20 de Abril de 2024
Corazón europeo, tradición uruguaya

El desarrollo de la vid en Uruguay data desde hace 250 años. Las primeras cepas llegaron de España en el siglo XVII, 100 años después que al resto de los países latinoamericanos.

El comienzo de la vitivinicultura uruguaya —a nivel comercial— se considera a partir de 1870. Uno de los pioneros de la industria vitivinícola uruguaya fue Don Pascual Harriague, un inmigrante vasco que introdujo la cepa Tannat al Uruguay, actualmente esta cepa es la emblemática del país. Con el tiempo la cepa Tannat se difundió por todo el territorio uruguayo, hasta convertirse en la variedad más plantada y en la base de gran parte de los vinos uruguayos, tanto comunes como reservas.

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En el siglo XX, los recién llegados inmigrantes europeos trajeron consigo el conocimiento de la producción de vino, el esfuerzo para producir calidad y la iniciativa para cultivar nuevas cepas.

A nivel internacional, Uruguay tiene poco posicionamiento porque 90% del vino producido es para consumo interno. Uruguay es uno de los países de mayor consumo per capita, solo 3% de la producción se exporta. Pero el consumo local tiene un límite y de esto se habla actualmente con el empuje económico. Con ayuda de inversión extranjera y la carta de presentación al mundo que tiene el país oriental: el Tannat, la industria del vino sea de mucho futuro.

La mayor concentración de viñedos se encuentra al norte de Montevideo. En la zona de Canelones donde se produce el 70% del vino. El establecimiento «Juanicó» se encuentra en la localidad del mismo nombre y pertenece a la familia Deicas desde 1979. El vino de corte tinto Preludio Barrel Select nació en 1992 y se convirtió en el vino insignia del establecimiento tanto a nivel nacional como internacional.

A partir del año 2010, la familia decidió separar la producción de vinos a pequeña escala y nace la bodega premium Familia Deicas, ubicada en Progreso, Canelones. Es así como los Deicas se involucran —de generación en generación— en todo el proceso de producción de sus vinos, para transmitir la esencia de la bodega.

Esta selección de las mejores barricas es un blend de las regiones Progreso y Juanicó, Canelones; Sierra de Mahoma, San José; Garzón, Maldonado; El Carmen, Durazno. Y también de las cepas tintas Tannat, Cabernet Sauvignon, Cabernet Franc, Merlot, Petit Verdot y Marselán.

Las uvas se maceran por 3 semanas, para concentrar aromas y sabores de frutos, especias y flores en los mostos. Una particularidad de la bodega es que posee una cava subterránea de 6 metros de profundidad, construida en 1830, con ayuda de los guaraníes; es aquí donde reposan en barricas de roble francés y americano.

Cada 6 meses se seleccionan las mejores barricas, partiendo el año con 600. Se concluye la crianza al cabo de 24 a 30 meses, con menos de 200 barricas. Luego se realiza el assemblage, donde se deciden las proporciones, se embotellan y se vuelven a dejar unos meses las botellas en estibas en esta misma cava.

Notas de cata

Es un tinto rojo profundo con tonos violáceos. En naríz es espectacular: tiene una gran variedad de aromas complejos, cassis, higos, frutos rojos maduros y vainilla. En boca, taninos redondos y una acidez perfecta. Un final largo y persistente.

Para beber este vino es mejor esperar unos 5 años, pero tiene un potencial de guarda de 8 a 12 años. Es ideal para acompañar carnes vacunas asadas, carnes de caza, pastas con salsas fuertes y guisados con mucha cocción.


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31 de Octubre de 2017

Margarita Mendieta

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