15 de Octubre de 2024
Luma es una casa que no es una casa y un restaurante que es más que un restaurante; Luma es una gran idea, impecablemente ejecutada por un equipo de tres: un chef, una bartender y un bulldog francés.

Entre las calles del barrio Mburucuyá, en Asunción, nos encontramos con un enigmático cartel, desde donde un bulldog francés nos mira como decidiendo si nos dejará cruzar la puerta que con tanto celo custodia. El cartel, además de la figura del perro, muestra sólo algunas letras y tres triángulos que forman las palabras que estábamos buscando: Casa Luma (los triángulos son las A).

Del otro lado de la puerta nos encontramos con una casa. Este dato es muy importante y poco a poco iremos descubriendo el porqué. Lo primero que vemos es una galería, que tiene una mesa muy grande y muy bien puesta, donde puede sentarse un grupo grande de personas.

Nos reciben Luz Pomi y Matías Vallejo, bartender y chef respectivamente, y propietarios de Casa Luma. Con aristocrático desdén, el bulldog francés se mantiene fuera de nuestra vista pero presente, al menos espiritualmente, en cada rincón del lugar. Suena lógico, ya que el nombre del restaurante no es solamente un acrónimo de Luz y Matías, sino también un homenaje a este esquivo y, seguramente, mimado animal: él es Luma. 

1 de Diciembre de 2022

Alacarta

Luma, la cara de Casa Luma

Adentro se mantiene una lógica de mesas bien ubicadas y la sensación de estar, sin estarlo, en una casa. Ayudan a lograr este efecto el diseño de iluminación, una decoración muy personal y la presencia permanente de los dueños del lugar. Salimos al jardín y no sorprende que esté extremadamente bien cuidado. A nuestra derecha, una barra despacha los platos de la enorme parrilla, donde arde la madera porque Luz y Matías son uruguayos. Casa Luma es un restaurante. Y -mucho más importante- es también una idea. Sencilla como todas las buenas ideas: cocinar rico, sabroso y con excelencia. Y cuando se cocina así, los platos pueden disfrutarse en ambientes tan variados como una buena carta. Para comprobarlo no hace falta más que viajar a los orígenes de Casa Luma, cuando Luz y Matías llevaban su cocina a casas particulares. Después, con la pandemia, cambió el formato pero no la idea principal: take out y delivery. Y ahora continúa la tradición en esta casa que es restaurante y en este restaurante que es casa.

Que la parrilla a la usanza uruguaya no nos confunda, porque en Casa Luma no solamente comemos carne. Matías estudió cocina en el Instituto del Gato Dumas de Uruguay y se formó profesionalmente en el que, probablemente, sea desde hace más de veinte años el restaurante más innovador y sofisticado de Montevideo, Café Misterio. Así que en Casa Luma también hay pesca, unos gnocchi de papa que juegan en Primera, un par de opciones de ceviche y la especialidad del lugar: sushi. 

En una competencia caprichosa entre el mar y la parrilla, acá van algunas de las opciones que nos ofrece Casa Luma. De entrada, por el lado del mar, ceviche de salmón y langostinos ecuatorianos, que sale con mandioca crocante; la parrilla responde con un queso provolone uruguayo con cebolla salteada, tomates frescos y albahaca. La foto de este plato lo dice todo. 

Pasando a los platos principales, el mar ataca con un imperdible: Salmón Misterio, pedido obligatorio por el pasado misterioso de Matías y porque es un salmón fresquísimo, con cebolla y alcaparras, puré de zapallo y acelga salteada con un toque de chile dulce. La parrilla, conciliadora, quiere demostrar que los dos mundos son complementarios y propone un Surubí a las brasas con crema de roquefort, que acompaña con fetuccini caseros al pesto. Rolls, sashimi, nigiris y tiraditos. La carta de sushi es extensa, con sorpresas como el Quinoa roll, clásicos como los Combinados de 15 o 30 piezas, toques locales como los Tiraditos con salsa de mburucujá y golpes de suerte como el Pulpo en tiraditos, sashimi y nigiris, que hay o no, según la disponibilidad. El producto siempre fresco, siempre bien manipulado y siempre respetado. El servicio, muy profesional y cálido al mismo tiempo.

En los postres vuelve Uruguay con su dulce de leche, que no es ni como el paraguayo ni como el argentino. Panqueque de dulce de leche con helado de crema, Suspiro limeño diferente (la diferencia radica en el uso del dulce de leche en la elaboración) y dos o tres opciones más, todas ricas, que es lo más importante cuando comemos un postre. 

La carta de vinos de Casa Luma es sólida, con etiquetas de Uruguay, Argentina, Chile, España, Francia y Australia. Se destacan la bodega Catena Zapata, con su Malbec Argentino, y el enólogo Alejandro Vigil, con su Gran Enemigo Chacayes 2017. Hay una buena variedad de cervezas, aguas minerales italianas y de Paraguay, y por supuesto, los cocteles de Luz. Están los clásicos -negroni, gin & tonic, Aperol spritz y pisco sour- y también algunas variaciones muy bien pensadas, como por ejemplo un gin & tonic con frutos rojos, que marida once puntos con el sushi.

Llegar a Casa Luma no es difícil pero hay una regla ineludible, que debe cumplirse como una arraigada tradición: la estricta reserva, ya que es un restaurante a puertas cerradas. El consejo es llamar con un par de días de antelación, para asegurar nuestra mesa. El bulldog, apegado como todo francés a las tradiciones, nos lo agradecerá.

Tte. Juan A. Rivas 953, Asunción. Martes a domingos, de 19:30 a 23:30 hs. Reservas: +595 974 727272. @casalumapy 

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