Jose Nicolás Buglielmelli (37), venezolano, llegó a Paraguay trayendo su herencia familiar y cultural consigo. Es descendiente de italianos. Su abuelo metió las manos en la masa, y de ahí no las volvió a sacar. Si bien los macroplanes de José Nicolás eran los de doctorarse en medicina, siguiendo los preceptos familiares, cambió ciencia por arte; el arte de la buena mesa, de los sabores, de los aromas y de la comunión.
Musiú es la voz con la que llaman a los extranjeros en Venezuela, de donde son oriundos cuatro de los cinco socios que componen esta nueva propuesta.
Ese día el sol pegaba fuerte; pero, cuando se abrieron las puertas, pasamos a una dimensión de fresca calma. Nos recibió José Nicolás y, directo al grano, le pedí que me explicara en qué se basa su cocina de autor. Al instante, abrió su corazón, y me dejó entrever la pasión puesta en este proyecto: Venezuela y Paraguay, polos casi opuestos en lo que a insumos se refiere. La gastronomía venezolana está muy asentada en los frutos de mar y en las frutas tropicales. “Nuestra cocina de autor es una cocina que se produce, se genera e idea desde el corazón”, dice José.
Musiú ofrece una carta bastante variada, con buena opción de entradas y fondos. Se puede pedir una ensalada de pato con salsa de tamarindos; optar por un tartar de wagyu o ir por unos langostinos jumbo apanados en panko sobre ceviche de frutas. También se puede pasar por las raíces italianas, con una burrata de búfala, hasta llegar al transversal ceviche de pescado -en este caso, de surubí-, que no está disponible hasta fin de la veda.
Buena mesa por un costo aproximado de 170 mil guaraníes por persona (sin bebidas) en un ambiente cálido y descontraído.
Nosotros optamos por mejillones a la crema con vino blanco, acompañados de papas fritas. Hasta ese momento, lo que habíamos visto nos interesó. Una vez servidos, fuimos cautivados como el principito y la rosa, con sabores marcados pero a la vez, muy delicados.
Si bien la carta es variada, la propuesta de vinos y acompañantes es bastante austera, aunque justa.
Seguimos con los langostinos jumbo -por sugerencia del chef- montados estos sobre ceviche de frutas y piña asada. Este plato nos llevó de viaje directo al sol del Caribe y su mar calipso. Los langostinos, de gran calibre y con fondo frutal, son una sugerencia para no compartir. ¡No por tamaño, sino por lo ricos que son!
El tiempo de espera entre servicios se justifica plenamente cuando se presentan los platos a la mesa, con una prolijidad y pulcritud que alegran el alma.
Con José hablamos de los sabores locales y de los sabores suyos (venezolanos). Su idea, y lo que ha plasmado, es en parte la conjunción de ambos. Aplicando técnicas y mezclas no tradicionales en las propuestas existentes.
Nos preparamos para el fondo. Hay tres opciones de pasta, risotto a la carbonara (la sangre no es agua) y una variedad de carnes. Hacía un calor intenso, pero el ambiente era propicio para la novedad, por lo que me incliné hacia la opción del cordero al chocolate y pistachos; saliendo así del tradicional curry. La orden marcha y, sin apuro, llega: unas chuletitas de cordero sobre lienzo de chocolate y pistachos, acompañado con puré de batata rosada y vegetales asados.
Cuando empezábamos a hablar -palabras más, palabras menos-, José me dice: “Me gusta que la gente sea feliz”. ¡Y vaya que lo logra! Fue una experiencia tranquila, agradable y sin apuros; un acto de total entrega a lo que tenía para ofrecernos.
Los postres salen de las manos de Georges Pâtissier.
Musiú se ubica en el Hotel Las Lomas, un lugar agradable para sentarse sin prisa.
Narciso Colmán 1909 | 0986 270 880 | Los domingos ofrecen brunch.