16 de Abril de 2024
Hacer del sencillo, genérico y milenario pan un producto con nombre propio es una proeza francesa.

 

El panadero francés Lionel Poilâne logró convertir su panadería en una marca internacional de lujo que factura millones de euros. La panadería Poilâne abrió sus puertas en París en 1932 y se hizo famosa por sus deliciosas trinchas de pan, algunas de las cuales se venden a más de 8 euros. Hoy tiene franquicias en Londres y servicios de entrega 24 horas a Nueva York y Los Ángeles vía FedEx a un costo de envío exprés de 25 dólares. Entre sus clientes habituales hay personalidades y celebridades. De más está decir que es muy destacable posicionar una masa llena de carbohidratos entre los estilosamente delgados hasta convertirla en objeto de deseo.

19 de Agosto de 2020

Valeria Gallarini

Lionel Poilâne, el artífice de transformar el pan familiar en producto de lujo, era conocido como un dandi que se movía en los círculos más influyentes de París. Falleció junto a su esposa en 2002 en un accidente de helicóptero. Sus dos hijas de 18 y 16 años, Apollonia y Athena, quedaron huérfanas. Apollonia decidió emprender el desafío de continuar con la empresa familiar.

 

La panadería Poilâne fue fundada por su abuelo Pierre, que venía de una familia de agricultores de clase media-baja de Normandía. La panadería se abrió en la rue Cheche-Midi, en pleno quartier Latin, donde se mantiene hasta nuestros días. Antes de ver el cartel, uno ya puede ver la fila de turistas y gente local que aguarda cada mañana por los panes recién horneados marcados con una gigante “P”, la insignia de la marca. Detrás de esta P, hay tres generaciones de panaderos, cada una muy diferente, que aportó su ingrediente particular para crear Poilâne. La idea del abuelo fue vender en pleno París productos rústicos, tradicionales del campo francés y firmar los panes con una P cursiva para darles identidad. Poco a poco, la gran hogaza de 2 kilos de pan de masa madre marcada con la P se convirtió en un favorito de los hogares parisinos.

 

 

Lionel Poilâne internacionalizó la marca, gracias a su carismática personalidad y su pasión por la historia del pan. Se vio forzado a trabajar en la panadería familiar desde los 14 años. Amasar panes no era su pasión, pero la experiencia le sirvió para valorar el producto e investigar sobre el mismo. Coleccionó libros del tema, creó una biblioteca de más de 2000 volúmenes entre los que hay libros muy antiguos que contienen las recetas de siglos pasados. Desde que tomó las riendas del negocio familiar en los años 60, Lionel puso en práctica sus conocimientos, incorporando esas recetas tradicionales que, poco a poco, se hicieron conocidas como las favoritas de los parisinos. Volvió a poner de moda los panes de masa madre que habían sido suplantados por los baguettes. También empezó a proveer de panificados a los cafés y brasseries más importantes de París.

 

 

Lionel fue muy hábil con el marketing, sacando provecho de sus clientes famosos, dando a conocer que Isabelle Adjani y Gerard Depardieu eran habitués de su panadería y que Frank Sinatra, Lauren Bacall y Robert De Niro pedían habitualmente envíos. Tenía una gran amistad con Salvador Dalí. Se conocieron en 1969. Dalí no estaba interesado en productos comestibles, sin embargo pedía habitualmente que le hicieran portarretratos de pan, y en 1971 pidió una habitación hecha de pan para su habitación favorita del Hotel Le Meurice. Incluía un candelabro de pan que hasta hoy se crea cada año para decorar los cuatro locales de Poilâne en París. Lionel le llegó a hacer una jaula de pan para una performance: dentro de la jaula un pájaro fue comiendo las barras hasta ganar su libertad. 

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